dijous, de juny 15, 2006

Antonio Gala

"Quizá la vida no se extingue jamás, sino que se transforma, irisada y ubicua. Y no porque triunfe de la muerte, sino porque lo invade todo, y todo es uno u otro aspecto de la vida mientras viene de la muerte, y la muerte también. Pero el hombre, que no entiende casi nada más que su propia vida –y eso apenas-, a lo único que aspira es a resucitar para volver a ella. Cuánta es su pequeñez y, sin embargo, qué ansia de perdurar. De perdurar él mismo, siendo el mismo, en vez de confundirse con la naturaleza, que es la gran madre que no da explicaciones, porque, aunque las diera, resultaría inexplicable. Ella es el manantial y ella es el mar. No es cruel, ni piadosa. No se rige por nuestros cicateros e inminentes niveles. Cada oleada suya trae a unos seres y se lleva a otros. No es que se mueva la vida: la vida sigue inmóvil, cercada de fronteras misteriosas que lindan con la muerte. Nosotros entramos o salimos a ella o de ella –es decir, estamos-, mientras que ella es."

El manuscrito carmesí
Antonio Gala

1 comentari:

Anònim ha dit...

Qué poco me gusta la imagen de este hombre y cómo me apasionan sus novelas. Contradicciones de la vida.